Nuestras aceitunas llegan a la almazara en un tiempo récord gracias a un avanzado proceso de recolección mecánico con el que cosechamos hasta 7000 kg/h evitando el contacto de los frutos con el suelo. De esta manera se evita su oxidación, el principal fenómeno que perjudica la calidad del producto final: el aceite Virgen Extra. Tras su clasificación en función de su variedad, grado de maduración y descartando aquellos frutos que no cumplen los requisitos mínimos de calidad, las aceitunas son limpiadas y pesadas para su inmediata molturación.

En unos molinos de última generación se tritura y se rompe la estructura de la aceituna entera para liberar la parte líquida y separarla de la masa posteriormente mediante un batido en frío y sin adición de agua, a unos 20ºC. En esta fase, las moléculas de aceite se van agrupando para formar pequeñas gotitas. De esta forma se garantiza que no se pierdan los compuestos aromáticos y se reduce al mínimo el riesgo de aparición de los procesos de oxidación.

La pasta obtenida es una mezcla donde hay que separar el aceite del resto. Para ello, aprovechando las diferentes densidades que tiene el aceite, el agua y los sólidos y utilizando la fuerza centrífuga generada en una maquinaria especializada de última tecnología, se consigue extraer el aceite virgen Extra, que ya puede ser catado.

Para eliminar los restos microscópicos que puedan quedar en el aceite que a la larga podrían perjudicar la calidad, se procede a un filtrado, entonces se da paso a su almacenaje en nuestra bodega en depósitos de acero inoxidable en atmósfera inerte y a una temperatura constante que oscila entre los 18ºC y 20ºC para lograr su mejor conservación, antes de su envasado y comercialización. La calidad de un buen aceite de oliva reside principalmente en el rápido procesamiento de los frutos. Por ello hemos incorporado la tecnología más avanzada en todos los procesos de elaboración de nuestros aceites para que conserven todos sus matices y la singularidad que le otorga la isla de Mallorca.